martes, enero 10, 2006

Apuntes de un regreso a casa en solitario

Transparentes son tus ojos,
Como los primeros metros de la orilla del mar,
Basta que los abras,
Para ver en la inmensidad de tu corazón…

Corazones fusionados en la oscuridad,
Cubiertos por la complicidad de la bebida alcohólica,
Embriagados por el deseo…

Tibia es el agua del jacuzzi,
En este hotel de mirada lasciva,
Que en su interior las almas disfrutan,
De la intimidad compartida,
No quieren ser vistos, ni escuchados,
Aunque quieren gritar su orgasmo a los cuatro vientos…

El jacuzzi se enfría,
Los cuerpos arden,
Las gotas caen una a una en el grifo descompuesto,
Nuestras entrañas se prenden…

La locura nos invade,
Esta insana pérfida,
Que sólo aparece de cuando en cuando,
Que enciende, crepita
Y luego desaparece, de súbito se apaga…

El jacuzzi está frío,
Las gotas han dejado de caer,
Tu prenda íntima en negro luto,
Es mudo testigo de tu adiós…

Quiero explorar tus piernas,
Apegarme a ellas,
Sentirlas, acariciarlas,
Olerlas, y en tus senos regodearme…

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Mi fuego interno no puede apagarse,
Necesita del agua de tu manantial,
Que exudas de tu vientre impetuoso…

No quiero alejarme,
Ni quiero desaparecer,
Por un momento deseo, mi orgullo apagar,
Ser tu esclavo por uno, diez minutos, una noche entera…

Luces de la ciudad, tristes, inocuas, borrosas, lánguidas,
Son testigos del invierno de mi corazón,
De cómo va muriendo en medio del caos,
Sin haberse deleitado de las aguas perfectas,
Que proyectan tus ojos…

Caminando, deambulando las calles mundanas,
Llenas de almas dispersas,
Entre el bacanal y la miseria,
Siglos perdidos que profanan mi corazón masacrado…

Soñar con tus prendas,
Cayendo una a una,
Invitándome a adentrarme en ti,
A unir fuerzas licenciosas y quedar agotados
En estas noches frías y decadentes…

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Suspiro una y otra vez,
Por tenerte tan lejos,
Tan nunca, tan siempre…

La ciudad sigue ahí,
Inhumana, indolente,
Cruel, cínica…
Sólo mi corazón está desbordante…