La belleza interna
En las relaciones amorosas hombre-mujer una cosa no se puede negar: de la vista nace el amor. No hace mucho leía un artículo en que se demostraba científicamente que los y las modelos que vemos en la televisión tienen una razón de ser: nos atrae lo físicamente bello: una piel tersa, nariz, boca y ojos en su lugar, en pocas palabras, lo que a nosotros nos atraiga.
No obstante en el México de los últimos tiempos, el dicho aquel de “la suerte de la fea la bonita la desea” se convirtió en “la suerte de la fea a la bonita le vale madres”.
Ya desde los griegos (que no tenían agencias de publicidad ni medios de comunicación que impusieran cánones de belleza) se definió lo que era agradable a nuestros sentidos, que es finalmente el significado de lo bello.
¿Y todo esto a que viene a colación? Justo ayer (y hace unas semanas) unas chavas en un chat decían que yo no me fijaba en la belleza interna. ¿Pero qué es la belleza interna? Alguna mujer guapa alguna vez me decía que eso de la “belleza interna” la inventó alguna fea para tener algo de que presumir. Si la belleza es lo que acabo de mencionar, algo que halague nuestros sentidos, entonces yo no veo como una charla donde no conoces a tu interlocutor pueda darte alguna señal de belleza interna.
Más aún, la belleza es exterior, se dice y con mucha razón, que el amor entra por la vista, no hay más, alguien te gusta o no te gusta. Pinturas de Picasso o Dalí pueden ser bellas para una persona, para otra podrán resultar horribles garabatos. En lo particular creo que estas dos mujeres que por cierto siempre se negaron a presentarse en fotos tenían una terrible inseguridad acerca de su físico.
Personas que pudieron demostrar en un momento dado belleza interna gracias a sus comportamientos fueron: Buda, Jesucristo, Mahoma, la Madre Teresa de Calcuta y muchas personas que trascienden más allá de su ser para brindarse al prójimo. Por supuesto muchos de los que chateamos ni por asomo creo que estemos a esa altura histórica porque para empezar tenemos algo de egoístas al estar parados frente a una pantalla de una computadora llevando nuestro ego más allá de los cables, satélites y sistemas de microondas con que se enlaza el espacio cibernético.
Es por eso que no creo en esa mentada belleza interna. Lo que sí creo es que podemos tener buenos sentimientos, y hasta ahí. No comulgo con la idea de hacer sentir culpable a una persona o buscar sentimientos por lástima, porque al hacerlo degradamos el valor de la otra persona. Siempre será mejor ser claros ante lo que queremos y cómo lo queremos. El apelar a trucos tan baratos como apreciar la belleza interna es como decir que los Estados Unidos son el ejemplo de la democracia siendo que a veces ahí hay un elevado nivel de abstencionismo, una falacia total.