Alguna vez una morrita me criticaba por mi fascinación por el fútbol...y en general a todos los hombres...ya reflexionando y retomando el mal momento por el que pasan mis adorados gatitos (sí, gatitos, porque de Pumas ahorita no tienen nada) de la UNAM me puse a indagar el por qué nos apasionamos tanto con once badulaques trotando y pateando un balón, pero eso no es exclusivo de los mexicanos...en otros países como Argentina, Brásil, España, Italia y hasta los más recónditos parajes de las selvas africanas, patear un balón lo es todo para un niño, adolescente o adulto...alguna vez César Luis Menotti dijo que el fútbol es un juego, y como todo juego tiene trampas, reglas, amenazas, misterios, estrategias...a medida que va pasando el juego los once jugadores deben ser capaces de resolver el acertijo que le plantean los otros once...y todo esto se aplica a otros juegos: ajedrez, damas chinas, póker...y un largo etcétera...yo me he preguntado si el mismo juego no representa la vida misma...es decir: llegó tarde a la oficina y la nazi con faldas que tengo por jefa me regaña (eso es un gol en contra apenas iniciado el partido)...tengo todo el día para reponerme de eso y de repente recibo el segundo regaño por algún olvido de mi parte...(segundo gol en contra)...es decir, ese día se pierde el partido...al otro día quizás gane...pero, ¿qué pasa si pierdo una cadena consecutiva de partidos?...lo más seguro es que como a un entrenador que no gana me despidan y, como equipo, baje a la segunda división...
Pienso que en el juego, ya sea que estemos siendo partícipes o como observadores, vemos la vida misma...sus opciones, sus estrategias, los errores y un largo etcétera...cuando ellos ganan, nosotros ganamos...cuando pierden queda esa desazón que como observadores interactivos nos duele también la derrota...en ese sentido citaré a Albert Camus que mencionaba que "todo lo que he aprendido en la vida se lo debo al fútbol"...y quizás no se equivocaba...
Tan doloroso es perder un partido de fútbol como un amor...