Algún día mencionó Rius que "el antisemitismo era un chiste inventado por los alemanes que no ha hecho reír a ningún judío". Es difícil no pensar en el tema a 61 años después de haber acabado la 2a. Guerra Mundial, lo cierto es que México no estamos exentos del fenómeno del antisemitismo. También el tema viene a colación por el reciente affaire en que se vio escandalizado el actor y director Mel Gibson, cuando al ser detenido por la policía en California mencionó en aparente estado de ebriedad que "los judíos eran los culpables de la guerras en todo el mundo". Este hecho, sumado a otro, el ataque de Israel contra poblaciones de Líbano, contra los palestinos y otras poblaciones musulmanas no están precisamente ganado las simpatías del Estado Hebreo en el mundo entero.
Personalmente los primeros contactos de diferencia entre lo judío y lo cristiano se remontan a mi niñez. Era inevitable ver a Cristo desangrándose en una Iglesia y pensar quién le había hecho eso a un hombre que no era ni remotamente violento según las Escrituras: las respuestas de los adultos y de las películas es que eran los judíos los culpables. Huelga decir que, pese a nacer en el seno de una familia católica, ya hace mucho que no practico mi religión y hasta he pasado por etapas de franco ateísmo, llegando finalmente a creer que hay una energía que nos controla a todos los seres vivos (¿puede llamársele Dios?).
Poco después, como muchos de nosotros, supe lo que había sucedido en la 2a. Guerra Mundial. Muchos son los programas, libros, páginas en Internet y hasta especiales de televisión donde se nos muestra el horror del Holocausto.
También aquí cabe hacer un paréntesis: si bien es cierto que el mayor contingente de víctimas fueron judíos (seis millones) también murieron en esos campos: polacos, rusos, gitanos, homosexuales, comunistas, serbios y gente de diversas nacionalidades. Cosa que muy raras veces se menciona. También huelga decir que por esas mismas épocas (entre 1930 y 1953) Stalin, una fichita y un psicópata igual que Hitler, se escabechó a unos 10 millones de rusos, ucranianos y gente de los diversos pueblos de lo que era la Unión Soviética y casi nadie habla de eso.
Fue hasta la Universidad donde tuve contacto con alguien de religión judía, una chica de nombre Myriam Hazan. Hasta donde recuerdo Myriam, aparte de guapa era agradable hasta cierto punto pero se ganó una repulsión de casi toda la gente de la carrera por mamila. Era una chava bastante reservada en ese entonces y muy inteligente. Alguna amiga de ella me comentó que en el fondo era una chava bastante materialista y frívola, que sólo salía con chavos de su misma religión (judíos) y si tenían un buen automóvil mucho mejor.
Antes de seguir, quisiera comentar que ni de lejos soy una persona intolerante en lo que toca a religión y/o raza, o preferencias sexuales, esto lo digo porque no va a faltar algunas respuestas que no están de acuerdo en lo que estoy escribiendo para eso está el espacio de comentarios, siempre y cuando sean respetuosos.
Para nadie es un secreto que los judíos son gente chambeadora. Y son muy unidos. Baste ver que si uno está en desgracia llega otro correligionario a ayudarle. Son muy ahorradores y les gusta mucho el espíritu emprendedor. Asimismo, son gente que ha sido perseguida por siglos y brutalmente tratada donde se han llegado a parar.
Sin embargo, al menos los que he conocido, son muy mamones, altaneros y soberbios. En la empresa en la que trabajé por dos años, si bien es cierto nunca llegaron a ser groseros, si eran muy hipócritas y saludaban casi por compromiso.
También me ha sorprendido ver el número de judíos que están en los medios de comunicación (Ari Telch, Alan Tatcher, Zabludovsky que por mucho tiempo dominó el único noticiero de TV, Gabriela Goldsmith, Diana Golden, Adela Micha, y etcétera), las empresas (los hermanos Brener, textileros), la publicidad (Carlos Alazraki) y hasta cierta influencia en esferas intelectuales (Enrique Krauze).
Una vez me acuerdó que visité el Colegio Israelita cerca de Interlomas. La verdad me sorprendió el nivel tan suntuoso de la escuela. Parecía una escuela europea, ni de lejos compararla con alguna de gobierno o siquiera con alguna de la Selva Chiapaneca, Hermosillo, Los Cabos o Tepic. Por así decirlo, quien no supiera que fueran judíos mencionaría que todos esos chavitos "habían nacido" en bandeja de plata. Por supuesto, para nadie es raro que como un grupo cerrado y con tanto poder económico no se vean afectados por los vaivenes de la economía en nuestro país (a saber: desempleo, miseria, hambre).
La mayor parte de los judíos que habita en este país viven en la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara. Es raro, muy raro verlos en poblaciones con mucho menor número de habitantes y quizás la explicación radique en que en poblaciones urbanas se tiene mucho mayor tolerancia religiosa siendo México un país tradicionalmente católico.
Lo que sí puedo decir es que en este país se vive un antisemitismo muy hipócrita, casi escondido. No tan cruel como el que pudieron tener en su momento en el Este de Europa o actualmente en los países musulmanes, pero existe. Quizás no sea un antisemitismo como tal, pero si hay antipatía. Hasta la misma burguesía chilanga mientras se toma un cóctel con Jacob, Edith, Isaac y Rebeca, piensa para sí misma: "pinche judío", "me repulsa verlos con sus barbas y su pinche gorrito en la cabeza", "Polanco es una colonia bien y de puros judíos" e inclusive, me han contado historias tan increíbles como que un plomero les hizo un trabajo, no le pagaron bien y el plomero armado de ese valor tan propio y la poca diplomacia que existe en la gente humilde les gritó: "Pinches judíos, ojalá Hitler los hubiera acabado".
Creo que el problema, como en el resto del mundo, es que en México las diferencias sociales, como en casi toda América Latina, son abismales. Uno no puede dejar de cuestionarse el "por qué" existe un Colegio tan suntuoso como el Israelita y escuelas sin techo en ciertas poblaciones de la República. Y esto no es aplicable sólo a la comunidad judía. La comunidad libanesa también es sumamente cerrada y un descendiente de libaneses, Carlos Slim, domina las altas esferas empresariales en México. Recientemente, mientras se hablaba del rescate de mexicanos en Beirut uno no podía dejar de ver los apellidos de la gente rescatada: nombres y apellidos de ascendencia libanesa y las conexiones hechas en las televisoras con sus parientes en este país, lujosas residencias, nada comparables a la media de los mexicanos en general. En lo personal, Beirut no figuraría ni remotamente en mi lista de ciudades para ir "de vacaciones".
Estas diferencias sociales tarde o temprano polarizan a un país ( lo estamos viendo actualmente: la gente nais odia a López Obrador, mientras que la gente de ingresos medios y bajos lo apoya hasta el final). No es raro entonces que la gente de la calle comience a cuestionarse acerca de la riqueza de cierta gente. Me imagino que el plomero que trabajó para esa familia judía fue y lo comentó con su familia, quienes a su vez lo comentaron en su colonia y así fue formándose una trama que desembocó en que los "únicos ricos son los judíos", puede ser una teoría nada errónea.
Por ejemplo, el año pasado miembros del Sindicato de Trabajadores del IMSS pintó en una de las bardas del edificio administrativo "Levy, cerdo judío", en referencia al directivo gubernamental que dirigía esa institución. Este hecho pasó casi inadvertido en los medios de comunicación.
Pienso, a forma de colofón, que si la comunidad judía de México se interesara un poco más en acercarse a la población en general, la gran mayoría tendría una mucho mejor opinión de ellos. Pero mientras sigan encerrados en sus ghettos de Interlomas, Polanco y las Lomas de Chapultepec y conviviendo con pura "gente bonita" y el Gobierno de Israel siga bombardeando poblaciones enteras que nada tienen que ver en su guerra contra el terrorismo, "el antisemitismo hipócrita" seguirá en la mente de muchos mexicanos al paso de los años.