lunes, julio 24, 2006

La Calaca tilica y flaca...

¡Uy, nanita!

Sí, este día tan nublado y con lluvia intensa he decidido escribir acerca de un tema del que a nadie nos gusta hablar y mucho menos pensar en ello: la muerte. Por supuesto que todo mundo dirá que la muerte forma parte de la vida, el meollo del asunto es que nadie escogemos la forma de morir (salvo los suicidas, claro está). Alguna vez un conocido me dijo que detrás de todos los miedos, el verdadero miedo de los seres humanos es a morir. Me explico: si pierdo mi trabajo, me quedo sin dinero, sin dinero me quedo sin lo esencial, sin lo esencial y sin comida me muero. Si hago el amor sin condón, puedo contraer el SIDA y con ello una larga agonía y la muerte, y así, un largo etcétera que se puede enumerar.
Obviamente, si a mi me dijeran de que forma quiero morir supongo que diría que a los 90 y tantos años, después de haber vivido una vida con sinsabores y alegrías, con tristezas y problemas, pero en la paz y en la quietud de mi cama, sin dolor y entrando en un sueño de ligero a pesado.
Pero no. La muerte tiene formas extrañas y muy difícilmente cumple nuestros caprichos y antojos. Probablemente una de las muertes que más me impactó en los primeros 20 años de mi vida fue la de mi tío. Mi tío era una persona sumamente trabajadora y emprendedora. De esa personas que uno se encuentra muy a cuenta gotas. Hacía negocios y ayudaba a toda su familia, aunque su vida sentimental podría ser un desastre, era un buen tipo, con mucha personalidad, de esos gordos simpáticos que tienen ángel y carisma. Unos días antes de la Navidad del 93, de esos en que en la Ciudad de México el sol es opaco, los árboles se tornan cafés y el pasto amarillo, nos cayó como bomba la noticia de que había muerto en un accidente automovilístico en Torreón. Y ahí surgieron muchos por qués. ¿A quién había que echarle la culpa? En realidad a nadie, como decimos en México "ya le tocaba". Mi tío era muy joven al morir. Unos 43 años, pero desde ahí uno comienza a preguntarse ciertas cosas acerca de la vida.
Meses después, un muy buen amigo de la Universidad también fallecía en circunstancias muy extrañas: toma un taxi, y un camión carguero se los lleva a él y al taxista. Más extraño áún. Hace poco un conocido pierde la vida durante una gira de trabajo en Mérida debido a un golpe en la cabeza poco después de regresar de un baile en un antro de aquella ciudad. Este chavo tenía mucha suerte, nunca le faltó trabajo y podía decirse que era afortunado en ese sentido. No puedo hablar acerca de su vida personal porque no le conocí a fondo.
Y como este tipo de casos uno puede hablar y hablar y hablar.
Uno tampoco puede escoger si desea tener cáncer o no, tener diabetes o no. Tampoco puede escoger el momento en que unos terroristas se suben a un avión y deciden estrellarlo en las torres gemelas. O estar cómodamente de vacaciones en el Líbano y por antojo de la aviación de Israel una bomba cae en el hotel donde uno está hospedado.
Es cierto que muchas veces es más probable que uno "llame" por así decirlo, a la calaca. Los narcotraficantes, los delincuentes, los secuestradores, los asaltantes asumen ese riesgo al decidir ser lo que son. Ellos pueden asesinar, pero también pueden encontrar pronto una forma de morir, en un tiroteo, o en un enfrentamiento con la policía. También los soldados, la mismas fuerzas policiacas saben de ese riesgo, más aún si los primeros saben que van a ir a una guerra.
La pregunta que se lanza al aire es si estamos realmente preparados para cuando llegue ese momento.
La respuesta de la mayoría es no. Por lo general todos tenemos planes para el futuro próximo y el lejano. Hasta el suicida cabe en el último momento la posibilidad de que sus problemas del índole que sea se solucionen en un minuto. El soldado en plena guerra quiere que él y todo su batallón lleguen sanos y salvos para ver a sus familias. Hasta los niños que mueren de hambre en el África y la Selva Chiapaneca albergan la esperanza de que llegue ayuda en cualquier momento. Y aunque resulte trillado decirlo el gran misterio que nadie ha podido descubrir es si nuestra alma va a trascender más allá de la vida. Si así fuera, casi todos estaríamos seguros de que todo continua. Pero por desgracia, no es así.
¿Qué hacer?
También lo que voy a decir es muy trillado: vivir. Vivir cada día no importa cómo, con tristeza, con alegría, con depresión o sin ella. Hacer lo que nos gusta hacer y tomar las decisiones que sean correctas para, en la medida de lo posible, hacer de esta vida lo mejor posible.
Además suena reiterativo esto último. Hay temporadas en que todo nos sale de lujo, hay temporadas en que uno sale rumiando del trabajo todos los días, o peor, no hay trabajo. Muchas personas se obsesionan con las cosas materiales: un nuevo coche, una nueva casa, un vestido nuevo...pero no hay que dejar pasar de largo que este cuerpo es "prestado" y que esas cosas materiales, si bien son satisfactores en una primera instancia y nos hacen más llevadera la vida, huelga decir que si uno se va a la tumba no se las lleva consigo...
Así que a "vivir" se ha dicho...

Post Scriptum

Si hay formas "raras" de morir lean esto:

En 1994 leí en una revista que conmemoraba los 25 años del metro de la Ciudad de México que un borrachín estaba en el andén de una estación y se le ocurrió orinarse en las vías...la idea no era mala vista la necesidad fisiológica sólo que nuestro buen amigo no sabía nada de las leyes de la física que dicen que un líquido es un extraordinario conductor de la electricidad...la orina hizo un "puente eléctrico" al tocar la barra guía (que es la que lleva la carga impresionante de alta tensión que necesitan los trenes para funcionar) y el tipo alcoholizado recibió la suficiente energía como para sufrir una muerte rápida (se electrocutó)...

Hace un año aproximadamente me encontré a dos fanfarrones que estaban haciendo exactamente lo mismo al inicio del andén...por fortuna el líquido no llegó a la barra guía...le dije a uno de los tipos que podría pasar y me dice: "¿tsss...a poco...shiales....a poco sí carnal?"...le aseguré que sí...y los dos tipos se fueron como sacados de onda...tal parece que la moraleja si les cayó en serio...