Cuando eres niño o niña la llegada de Santa Claus o los Reyes Magos es una especia de noche mágica. Aunque te hayas portado bien o mal, sabes que por lo menos a la mañana siguiente aparecerá abajo del árbol o del nacimiento un juguete. Y al despertar no quieres que ese día termine, te llevas una menuda sorpresa al ver como por arte de magia que tus deseos se vieron cumplidos.
En efecto, quizás la etapa de la vida más bella para todos aquellos que tuvimos la fortuna de tener un techo y un hogar es la niñez. En el mundo adulto tal pareciera que todo ese mundo de colores desaparece por completo. Los adultos somos seres taimados y grotescos, la gran mayoría llenos de malicia; por increíble que parezca, mientras más conozco a los adultos más me llama la atención el mundo de los niños. Un niño no anda viendo que ventaja saca del otro, ni anda tramando cuál es el daño que puede causar en terceros...simple y sencillamente, un niño goza y disfruta de su momento y no se pone a analizar cuáles fueron sus fallas...
Así es que en esta noche de Reyes sería muy buen deseo dejar salir un poco nuestro niño interior y dejar a ese adulto amargado que poco a poco ha hecho presa de nuestro ser, no creen...???