Cuando uno iba a primaria y la boleta de calificaciones al terminar el año escolar no venía con los esperados 9 y 10 (o MB o E) la cara de mis padres era de cierto enojo y con razón. Los 8, 7 y 6 (éstos últimos en su mayoría). Al terminar el consabido sermón de la maestra, mis padres sólo me atinaban a decir que había pasado de "panzaso". Nunca he querido investigar qué signifca la frase pero supongo que viene por las jugadas que se elaboran en el béisbol cuando un corredor se lanza hacia la base cual fino clavadista con tal de que no lo toquen con la pelota y le pongan out (fuera). Como cae con el estómago a pecho tierra y está parte baja del abdomen le llamamos panza, supongo que a eso se refiere "panzaso", que uno llega a la meta casi lo hace en el último momento.
Pues bien, la Selección Mexicana ha pasado a la siguiente ronda del Mundial de "panzaso"; jugando cada vez peor y nada más por que los equipos de Ángola e Irán fueron rivales muy malos estaríamos hablando ahorita de una tragedia nacional. Pero oh destino cruel...! En este tipo de competencias cada vez los rivales crecen en importancia y nos esperan Holanda o Argentina. Si hubiera punto de compración y como están las cosas es como si yo me subiera a boxear con Mike Tyson al ring.
Me atrevo a pensar (y soy realista y no pesimista) que las aspiraciones de los "ratones verdes" han quedado ahí. Y que su aventura en tierras germánicas será indigna de recordarse.
Por supuesto, aún puede haber por ahí algún revulsivo que permita levantar a los ratones, pero no hay más que ver la cara de Rafa Márquez o el Kikín para saber que cuando los vemos jugar en nuestra "mediocre" liga estamos viendo sólo ilusiones.