Bueno, ha pasado la Navidad y ahora todos nos estamos preparando para la llegada de un nuevo año. Las reflexiones que se vienen a la mente fue todo lo que pasó en el año. Qué hicimos bien y qué hicimos mal. Obviamente tratamos de cambiar ciertos aspectos de nuestra personalidad y nos hacemos “propósitos” que muy raramente seguimos y que terminan por ahí de marzo, como decía una amiga: “los seres humanos en esencia no cambian”.
Pero ese no es el tema que quería tratar en el blog. La Navidad como tal no puede decirse que fue para mí una gran cena, fue una cena y ya. Inclusive debido a mis problemas de gastritis no pude comer y beber más de la cuenta aparte de que los mexicanos hemos estado soportando, al menos los que vivimos en los estados alejados de las costas, una ola de frío como no se había sentido en mucho tiempo; gracias a ello he agarrado un catarro muy molesto por lo que no tuve otra opción que ponerme a ver en DVD´s dos clásicos de esta temporada: Un cuento de Navidad (A Christmas Carol) y Una Vida Maravillosa (It´s a Wonderful Life).
La primera película ha sido repetida una y mil veces en la televisión y trata acerca del afamado y bien recordado por muchos de nosotros en estas fechas personaje de Mr. Scrooge. Por extraño que parezca ahora a la televisión abierta no se le antojo poner ninguna de sus versiones, así que mejor nos ahorramos ver a pseudo-artistas y gozamos de la magia del cine. La segunda película es menos conocida y no tan programada, se filmó en 1947 y trata acerca de un bato que tiene una pequeña empresa (una especie de caja de ahorro) y que tiene un buen corazón, trata a sus clientes como si fueran su familia y es un camarada muy sencillo; ya saben: bonita esposa, bonita familia al estilo gringo. De repente las cosas le comienzan a salir mal, pierde dinero, la empresa está al borde de la bancarrota (hagan de cuenta el Error de Diciembre del 94 que llevó a muchos pequeños empresarios a la ruina en México y que, inclusive, muchos se suicidaron), un viejo ambicioso y usurero (clásico banquero) quiere apoderarse de lo poco que queda de su empresa y a este buen hombre de repente se le ocurre la idea de suicidarse pa´acabar con sus males. Aún más, le pide a Dios “desear nunca haber nacido” y pues qué creen...? Que el Jefe de Jefes se lo concede y a la vez le manda a un ángel (duende, troll or whatever, nunca se especifica qué es) para que sé de cuenta nuestro héroe de que está en el error. Aquí hago un paréntesis, un político mexicano de cuyo nombre no quiero acodarme dijo alguna vez que “vivir fuera del presupuesto era vivir en el error”. Pienso que el mensaje que el Creador le mandó debió haber sido algo así como: “agárrate un hueso en cualquier departamento de gobierno y ya con eso comes con manteca m´ijo uste´ y toda su prole”...anyway...el caso es que este hombre ve como su ciudad se convierte en un burdel, que su esposa es una “solterona amargada”, que su hermano no sobrevivió a un accidente cuando eran niños (pos cómo, si aquél no nació y por ende no pudo salvarle la vida) y un largo etcétera. En fin, que este bato loco se echa pa´ atrás (se arrepiente pues) y dice que siempre no, que se quedé todo como está, se resigna y espera la llegada de la policía para meterlo tras las rejas. Todo eso en plena Navidad. Pero Hollywood nos ha enseñado que los milagros suceden desde que somos morrillos y a éste camarada de repente se le hace y total que el pueblo entero lo defiende, se junta el dinero pa´ salir de la bronca y todos contentos.
Años después vendrían Bart Simpson a decirnos que en la Navidad no ocurren los milagros y que la televisión lo ha estado engañando todo este tiempo: “le ocurrió al Pequeño Tim, le sucedió a los Pitufos y nos pasará a nosotros (ahá)”.
Lejos del mensaje hollywoodense de todos los años, estas dos historias tienen algo en común. La victoria de la pobreza sobre el avaricioso mundo de los ricos. Y lejos del mensaje de armonía y paz que existe en la filosofía cristiana, las dos historias a su modo cuestionan el status quo de sus épocas.
Con el ávaro, codicioso y no-sentimental empresario Scrooge, Charles Dickens le atiza con todo a las injusticias sociales que ha traído consigo la Revolución Industrial en plena Era Victoriana: altos niveles de desempleo, hambruna, pobreza extrema, sobrepoblación y la concentración de la riqueza en unos pocos personajes: toda una pesadilla Malthusiana...todo ello en Inglaterra, en esa época, la nación más fuerte del mundo...ya desde ahí se nos decía que las doctrinas liberales (y neo-liberales) no funcionaban. Aquí en México donde quiera podemos ver Pequeños Tim´s, claro, no visitando un mall ni aportando ayuda al famoso Teleton (al cual en su momento ya criticaré, el dinero para esas instituciones lo deben donar las empresas, no el pueblo)...extrema pobreza y los otros ejemplos más la contaminación de suelos, aire, agua y bosques...esas mismas recetas neo-liberales que se han venido aplicando desde Miguel de la Madrid (se escucha en el fondo una cascada de mentadas de madre) hasta Felipe Calderón...pero divagué, el chiste del asunto es qué sucedería si a Bill Gates, Carlos Slim, Donald Trump y otros ricos se les aparecieran los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras...¿seguirían creyendo el cuento chino de que con sus beneficencias en realidad ayudan a los pobres?...¿de qué sus empresas realmente generan riqueza para todos?...creo que no...y es más, me atrevo a pensar que aún viendo a esos fantasmas no cambiarían su personalidad ni un ápice...
En el segundo ejemplo, Una Vida Maravillosa resume la pesadilla que fue para el mundo entero la Gran Depresión...empresarios pequeños que de la noche a la mañana lo perdieron todo...grandes empresarios que por andar especulando en la bolsa de valores arruinaron no sólo a su país sino al mundo entero...lo cual desembocó en la Segunda Guerra Mundial...por increíble que parezca la película fue investigada por el FBI de ser propaganda comunista debido a que en la trama un pequeño empresario, benefactor de su comunidad, a fin de cuentas le ganaba la partida a un empresario más rico y poderoso...
Sólo puedo decir que ambas películas son buenas para la época...que un servidor se metió en rollos más económico-sociales ya es otro cantar...lo que si puedo decir es que la famosa “empresa socialmente responsable” es un mito, una mentira tan grande como el Chupacabras...que Scrooges siempre vamos a tener y que el empresario pequeño, aquel que lucha todos los días por llevar su empresa a buen puerto, es perseguido por los grandes peces monopólicos...aún así...queda la esperanza de que el Pequeño Tim sea salvado de último minuto...