Este post lo debí haber escrito hace mucho, mucho tiempo. Cuando uno ve lo lindo que salen los hospitales del gobierno, que te ayudan, que están prestos al auxilio, es como un cuento de hadas, o mejor aún, como si estuvieras viendo ER. Las enfermeras en friega, los doctores atentos y con una sabiduría para acertar en la dolencia y moviéndose a la velocidad de la luz para aplicar intravenosas, catéteres, adrenalina, morfina y vendajes para evitar hemorragias.
En efecto, una se imagina una sala de urgencias así de profesional, porque después de todo, los profesionales de la salud deben tenerle cariño especial a su trabajo ya que el mismo consiste en salvar vidas.
Yo quería ser médico. De hecho, antes de entrar a la Gloriosa U.N.A.M. (la Máxima Casa de Estudios del País, pésele a quien le pese), esa fue mi primera opción de carrera. Que los burócratas insensatos del mismo instituto (que nada tienen que ver con la academia y que son los grillos que chupan muchos de los recursos que deben ir a la investigación) me mandaran a estudiar Comunicación ya es otro brete. Mi hermano y su esposa son médicos. Y hago este paréntesis para mencionar que no todos los médicos son irresponsables, la mayoría de hecho, son profesionales y están muy bien preparados. De los charlatanes hablaremos después.
Realizada esta introducción retomaré lo del principio. Las salas de urgencias de los hospitales no son como en las películas. Son macabros purgatorios donde martirizan al enfermo para hacerlo sufrir.
En alguna ocasión mi señora madre sufrió una infección intestinal. Se doblaba del dolor y los típicos remedios caseros no funcionaban. Al darme cuenta de sus dolencias me fuí por el coche de volada y me lleve a mi "jechu" (Jefecita Chula, el Polivoz dixit) a urgencias de una unidad del (In) Seguro Social. A pesar de que ya había tenido la mala fortuna de ir a consultas del mentado IMSS allá por el año del 91, el sólo llegar a esa sala de urgencias me impactó profundamente. Era como si la gente que ahí estaba acabara de estar en una batalla, todo mundo doblándose de dolores espantosos, niños en brazos de sus padres con la mirada perdida y ardiendo en fiebre y un largo etcétera. La escena era "dantesca". Lo peor de todo es que sólo había 4 médicos para atender a unas 50 personas...!!!!
Las burócratas de recepción, nos pidieron el carnet de afiliación al Seguro y nos indicaron que hiciéramos fila. Mi mamá y todas las personas, resistieron heroicamente sus dolores. A mi señora madre, después de 40 minutos de espera, le suministraron analgésicos inyectados con lo que calmó el dolor a altas horas de la noche.
Yo me puse a pensar. ¿Por qué todo ese dinero que se gasta en comerciales estúpidos como "qué bueno que contamos con el IMSS" no lo gastan mejor en poner a más médicos y a gente más profesional?
Hagamos cuentas. Un comercial que promocione al IMSS, al (ch)ISSSTE, y la Secretaría de Salud en un horiario triple A por TV andará en unos 20 millones de pesos, más o menos. ¿No serviría ese dinero mejor para contratar más médicos, surtir más medicinas y tener salas de urgencias de primer mundo?
Lo peor de todo es el trato. Las miserables burócratas detrás del mostrador te tratan como si fueras un borrego, como si fueras ganado al que van a atender veterinarios y no médicos. Es por eso que no puedo dejar de tener pesadillas en caso de caer en urgencias de un hospital, creo que más que miedo a la muerte, uno le tendría miedo al dolor y al coraje de la indiferencia por el sufrimiento de los demás y la indolencia que tienen esos burócratas hacia su propio trabajo.
¿ER? No, definitivamente esos son sueños guajiros.
PD. Repito. No todos los médicos y enfermeras son así. Hay ejemplos heroicos de doctores y enfermeras profesionales en este país. Pero chingao, los burócratas son unos ineptos aquí y en China.
PD2. Alguna vez se escuchó una historia digna del surrealismo mexicano. El personal de intendencia de un hospital prepararó café con material radioactivo usado para radioterapias. Sufrieron envenamiento. Así están las cosas en los hospitales. Y por lo que me dice una amiga mía que tiene dinero, en los hospitales privados "también se cuecen habas".