martes, diciembre 13, 2005

No hay a quién amar...

Por enésima ocasión,
una vez más,
de nuevo,
y una otra vez...

...no hay a quién amar...

...y se vuelve una costumbre...y al igual que la costumbre,
el corazón se endurece, se vuelve robótico, sólo es un
órgano que bombea sangre...

...no hay a quién amar,
y uno se siente autómata, insensible, viendo pasar las horas, los días,
las noches, los autos, las personas, los niños, los perros y los gatos...

...no hay a quién amar...
...y la pelota de aquellos chiquillos pasa cerca de tu cabeza,
y volteas indiferente, porque has perdido la capacidad,
ya no de enamorarte, sino siquiera de fijarte en una persona...
...y cada día que pasa, frente a la computadora, encerrado en una
prisión de concreto y hierro, de anaqueles y divisiones entre compañeros
de oficina, de fábrica y de tienda, me voy endureciendo,
desdeñando, ignorando quizás a una belleza...

...no hay a quién amar...

...¿seré yo el culpable?...¿por no permitirme bajar la guardia
del arrogante orgullo o acaso por ser demasiado humilde y dejar pasar
la oportunidad?...

...la ceguera, la apatía, la excesiva concentración ha matado todo
sentimiento, el mundo en sí ya es apático...quizás lo único que te arranca
una sonrisa, es ver al niño que mira emocionado las luces de la Navidad,
ahí se iluminan las torres de energía del corazón, para después,
con una bofetada artera, cualquier adulto te regresa al mundo real...

...y no hay a quién amar...porque las que son posibles amadas,
tienen dueño ya...y las exactas matemáticas dicen que todas las
probabilidades están en tu contra...entonces bajas los brazos y esperas a
que el año que viene se repita la misma película...la misma apatía,
la misma insensibilidad, el autismo romántico...

...es como tener al corazón anestesiado, quiere vivir y a la primera
desilusión, ya no quiere luchar, y se autoinyecta más anestesia,
y alrededor no ocurre nada...

...no hay a quién amar...y preguntas si hay culpables...y descubres que eres tú...
pero tu autocompasión no te permite ir al patíbulo...para expiar las culpas...
y quizás el único motor sea el ayudar a los demás,
con textos que les ayuden a tener una vida mejor...

...no hay a quién amar...y la era gélida que experimenta mi corazón perdurará
por años y años...quizás por siglos...